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Seite 4: Tischlein deck dich, Goldesel und Knüppel aus dem Sack |
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"Oh,
die Lügenbrut!", rief der Schneider,
"einer so gottlos und pflichtvergessen
wie der andere! Ihr sollt mich nicht länger
zum Narren haben!" |
-¡Pandilla
de embusteros!- gritó el sastre. -¡Tan
mala pieza y descuidado de sus deberes es
el uno como los otros! ¡Lo que es de
mí, no volveréis a burlaros!-
y, fuera de sí por la ira, subió
y le dio al pequeño una paliza tal,
que el pobre chico escapó de casa como
alma que lleva el diablo. Y el viejo sastre se quedó solo con su cabra. A la mañana siguiente bajó al establo y, acariciándola, le dijo -vamos, animalito mío, yo te llevaré a pacer.- La cogió de la cuerda y la condujo a unos setos verdes donde abundaba el llantén y otras hierbas muy del gusto de las cabras. - Aquí podrás llenarte la tripa hasta reventar a tus anchas- le dijo, y la dejó pacer hasta la puesta del sol. Entonces le preguntó -cabrita, ¿estás ahíta? Y ella respondió -estoy tan harta, que no deseo ninguna hoja. ¡Beee, beee!- - Pues ven a casa- dijo el sastre, y, llevándola al establo, la dejó bien sujeta. Pero, al marcharse, se volvió aún para preguntarle - ¿has quedado ahíta esta vez? La cabra, empero, repitió, incorregible - ¿cómo voy a estar ahíta? Sólo estuve en la zanjita sin encontrar ni una hojita. ¡Beee, beee!- |
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