Als der
Schneider das hörte, stutzte er und
sah wohl, daß er seine drei Söhne
ohne Ursache verstoßen hatte.
"Wart", rief er, "du undankbares
Geschöpf, dich fortzujagen ist noch
zu wenig, ich will dich zeichnen, daß
du dich unter ehrbaren Schneidern nicht
mehr darfst sehen lassen." In einer
Hast sprang er hinauf, holte sein Bartmesser,
seifte der Ziege den Kopf ein und schor
sie so glatt wie seine flache Hand. Und
weil die Elle zu ehrenvoll gewesen wäre,
holte er die Peitsche und versetzte ihr
solche Hiebe, daß sie in gewaltigen
Sprüngen davonlief. Der Schneider,
als er so ganz einsam in seinem Hause saß,
verfiel in große Traurigkeit und hätte
seine Söhne gerne wieder gehabt, aber
niemand wußte, wo sie hingeraten waren.
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Al oír
esto, el sastre se quedó perplejo,
dándose entonces cuenta de que había
echado de casa a sus tres hijos sin motivo.
-¡Aguarda un poco!- gritó, -¡ingrata
criatura! Echarte es poco. ¡Voy a señalarte
de modo que jamás puedas volver a presentarte
en casa de un sastre honrado! Y, subiendo
al piso alto, cogió su navaja de afeitar
y, después de enjabonar la cabeza a
la cabra, se la esquiló hasta dejársela
lisa como la palma de la mano. Y pensando
que la vara de medir sería un instrumento
demasiado honroso, acudió al látigo
y le propinó tal vapuleo que echó
a correr como alma que lleva el diablo. El
sastre, ya completamente solo en su casa,
sintió una gran tristeza. Echaba de
menos a sus hijos; pero nadie sabía
su paradero. |