"Was
muß ich hören!", rief der
Schneider, lief hinauf und sprach zu dem
Jungen:"Ei, du Lügner, sagst die
Ziege wäre satt und hast sie hungern
lassen?" Und in seinem Zorne nahm er
die Elle von der Wand und jagte ihn mit
Schlägen hinaus.
Am andern Tag war die Reihe am zweiten Sohn,
der suchte an der Gartenhecke einen Platz
aus, wo lauter gute Kräuter standen,
und die Ziege fraß sie rein ab.
Abends, als er heim wollte, fragte er:
"Ziege, bist du satt?"
Die Ziege antwortete:
"Ich bin so satt,
i ch mag kein Blatt, meh! meh!"
"So komm nach Haus", sprach der
Junge, zog sie heim und band sie im Stall
fest.
"Nun", sagte der alte Schneider,
"hat die Ziege ihr gehöriges Futter?"
"Oh", antwortete der Sohn, "die
ist so satt, sie mag kein Blatt."
Der Schneider wollte sich darauf nicht verlassen,
ging hinab in den Stall und fragte:"Ziege,
bist du auch satt?"
Die Ziege antwortete:
"Wovon sollt' ich satt sein?
Ich sprang nur über Gräbelein
Und fand kein einzig Blättelein, meh!
meh!"
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-¡Qué
me dices!- exclamó el sastre, y,
volviendo arriba precipitadamente, le dijo
a su
-¡embustero! Me dijiste que la cabra
estaba harta, cuando le has hecho pasar
hambre. Y, encolerizado, midióle
la espalda con la vara, y a palos lo echó
de casa. Al día siguiente le tocó
al hijo segundo, el cual buscó un
buen lugarcito, en un rincón del
huerto, lleno de jugosa hierba, donde la
cabra se hinchó de comer, dejándolo
todo pelado.
Al anochecer, a la hora de regresar le preguntó
-cabra, ¿estás satisfecha?-
La cabra respondió
-estoy tan harta,
que no deseo ninguna hoja. ¡Beee,
beee!-
- Entonces ven a casa- dijo el muchacho,
y, llegados a casa, la ató al establo.
-¿Qué?- preguntó el
viejo sastre, -ha comido bien la cabra?
- ¡Ya lo creo!- respondió el
hijo. -Tan harta está, qué
no le cabe ni una hoja más.-
Pero el sastre, no fiándose de las
palabras del mozo, bajó al establo
y preguntó
- cabrita, ¿estás ahíta?-
La cabra contestó
- ¿cómo voy a estar ahíta?
Sólo estuve en la zanjita
sin encontrar ni una hojita. ¡Beee,
beee!-
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