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Seite 26: Die Geschichte vom kleinen Muck (Historia del pequeño Muck) |
deutscher Text | Texto español |
Muck hatte
die ganze Geschichte in seinem Versteck,
wohin er sich zurückgezogen hatte,
gehört und erkannte, daß es jetzt
Zeit sei zu handeln. Er hatte sich schon
vorher von dem aus den Feigen gelösten
Geld einen Anzug verschafft, der ihn als
Gelehrten darstellen konnte; ein langer
Bart aus Ziegenhaaren vollendete die Täuschung.
Mit einem Säckchen voll Feigen wanderte
er in den Palast des Königs und bot
als fremder Arzt seine Hilfe an. Man war
von Anfang sehr ungläubig; als aber
der kleine Muck eine Feige einem der Prinzen
zu essen gab und Ohren und Nase dadurch
in den alten Zustand zurückbrachte,
da wollte alles von dem fremden Arzte geheilt
sein. Aber der König nahm ihn schweigend
bei der Hand und führte ihn in sein
Gemach; dort schloß er eine Türe
auf, die in die Schatzkammer führte,
und winkte Muck, ihm zu folgen. »Hier
sind meine Schätze«, sprach der
König, »wähle dir, was es
auch sei, es soll dir gewährt werden,
wenn du mich von diesem schmachvollen Übel
befreist.« |
Muck se
había enterado del asunto en el escondite
donde se había retirado y se dijo que
era el momento de actuar. Con el dinero conseguido de la venta de los higos se había comprado un traje que le daría la apariencia de un sabio; una larga barba de pelo de cabra completaba el disfraz. Con un saquito lleno de higos se dirigió al palacio real y ofreció su colaboración como médico extranjero. Al principio estaban muy escépticos; pero, cuando el pequeño Muck dio a comer un higo a uno de los príncipes y las orejas y la nariz volvieron a su ser, todos querían que el médico extranjero los curara. Pero el rey le tomó de la mano en silencio y le llevó a su habitación; ahí abrió una puerta que conducía a la cámara del tesoro e indicó a Muck que le siguiese. -Aquí están mis tesoros- dijo el rey, -elige lo que sea y será tuyo si me libras de este ignominioso mal. A música celestial sonaron estas palabras en los oídos del pequeño Muck; nada más entrar vio sus babuchas en el suelo y a su lado el bastoncillo. Dio una vuelta por la sala, como si quisiera admirar los tesoros del rey, pero, apenas se acercó a las babuchas, se las calzó rápido, cogió el bastoncillo, se quitó la barba postiza y mostró al pasmado rey el rostro bien conocido del desterrado Muck. -¡Rey infiel- dijo, -que pagas con ingratitud servicios leales, recibe como castigo bien merecido la deformidad que soportas! Conservarás las orejas, para que te acuerdes todos los días del pequeño Muck. Después de haber hablado así, giró rápidamente sobre el tacón, deseó marcharse muy lejos y, antes de que el rey pudiese pedir auxilio, el pequeño Muck había desaparecido. Desde entonces, el pequeño Muck vive con gran riqueza, pero solo, pues desprecia a los hombres. Por la experiencia se ha convertido en un hombre sabio y, aunque su apariencia pueda tener algo de llamativo, más merece tu admiración que tu burla. |
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