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  Seite 08: Die Geschichte vom kleinen Muck (Historia del pequeño Muck)



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Der kleine Muck war sehr traurig, daß er also auch hier sein Glück nicht gefunden hatte, und beschloß bei sich, den Dienst der Frau Ahavzi zu verlassen. Da er aber auf seiner ersten Reise erfahren hatte, wie schlecht man ohne Geld lebt, so beschloß er, den Lohn, den ihm seine Gebieterin immer versprochen, aber nie gegeben hatte, sich auf irgendeine Art zu verschaffen.
Es befand sich in dem Hause der Frau Ahavzi ein Zimmer, das immer verschlossen war und dessen Inneres er nie gesehen hatte. Doch hatte er die Frau oft darin rumoren gehört, und er hätte oft für sein Leben gern gewußt, was sie dort versteckt habe. Als er nun an sein Reisegeld dachte, fiel ihm ein, daß dort die Schätze der Frau versteckt sein könnten. Aber immer war die Tür fest verschlossen, und er konnte daher den Schätzen nie beikommen.
Eines Morgens, als die Frau Ahavzi ausgegangen war, zupfte ihn eines der Hundlein, welches von der Frau immer sehr stiefmütterlich behandelt wurde, dessen Gunst er sich aber durch allerlei Liebesdienste in hohem Grade erworben hatte, an seinen weiten Beinkleidern und gebärdete sich dabei, wie wenn Muck ihm folgen sollte. Muck, welcher gerne mit den Hunden spielte, folgte ihm, und siehe da, das Hundlein führte ihn in die Schlafkammer der Frau Ahavzi vor eine kleine Türe, die er nie zuvor dort bemerkt hatte. Die Türe war halb offen. Das Hundlein ging hinein, und Muck folgte ihm, und wie freudig war er überrascht, als er sah, daß er sich in dem Gemach befand, das schon lange das Ziel seiner Wünsche war.
Er spähte überall umher, ob er kein Geld finden könne, fand aber nichts. Nur alte Kleider und wunderlich geformte Geschirre standen umher. Eines dieser Geschirre zog seine besondere Aufmerksamkeit auf sich. Es war von Kristall, und schöne Figuren waren darauf ausgeschnitten. Er hob es auf und drehte es nach allen Seiten. Aber, o Schrecken! Er hatte nicht bemerkt, daß es einen Deckel hatte, der nur leicht darauf hingesetzt war. Der Deckel fiel herab und zerbrach in tausend Stücke.

El pequeño Muck estaba muy triste por no haber encontrado la suerte tampoco allí y decidió dejar el servicio de la señora Ahavzi.
Como en su primer viaje se había enterado de lo mal que se vive sin dinero, decidió procurarse de algún modo el salario que su ama siempre le había prometido y nunca le había dado.

En la casa de la señora Ahavzi había una habitación que siempre estaba cerrada y cuyo interior nunca había visto. Muy a menudo había oído a la mujer hacer ruido allí y hubiera dado cualquier cosa por saber lo que ahí escondía.
Pensando en el dinero para su viaje, se le ocurrió que ahí podrían estar escondidos los tesoros de la mujer. Pero como la puerta estaba siempre bien cerrada, no podía nunca tener acceso a los tesoros.
Una mañana en que la señora Ahavzi había salido, uno de los perritos, a quien la mujer trataba siempre con negligencia y del que él se había ganado las simpatías con toda clase de favores, le tiró del pantalón como si quisiera indicarle que le siguiera.

Muck, a quien gustaba mucho jugar con los perros, le siguió, y mira, el perrito le llevó al dormitorio de la señora Ahavzi hasta una puerta pequeña que jamás había visto antes.
La puerta estaba media abierta. El perrito entró y Muck le siguió.
¡Cuál no sería su alegría al verse en la habitación que era desde hacía tiempo objeto de sus deseos!

Buscó por todas partes algo de dinero, pero no encontró nada. Sólo había trajes viejos y vasijas de formas extrañas.
Uno de aquellos objetos le llamó la atención.
Era de cristal con hermosas figuras talladas.

Lo levantó y lo observó cuidadosamente. Pero, ¡qué horror! No había notado que había una tapa colocada encima sin sujetar bien.
La tapa cayó al suelo rompiéndose en mil pedazos.

Vokabular
er hatte erfahren = se había enterado de que
der Lohn = el salario
das Innere = el interior
rumoren = hacer ruido
stiefmütterlich behandeln = tratar con negligencia
Gunst erwerben = ganarse las simpatías
der Liebesdienst = el favor
und siehe da = y mira
spähen (suchen) = buscar
bemerken = notar
der Deckel = la tapa
zerbrechen = romperse
in tausend Stücke = en mil pedazos





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