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  Seite 12: Die Geschichte vom falschen Prinzen (Historia del falso príncipe )



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Es war schon dunkel, als der Zug anlangte, daher waren im Saale viele kugelrunde, farbige Lampen angezündet, welche die Nacht zum Tag erhellten. Am klarsten und vielfarbigsten strahlten sie aber im Hintergrund des Saales, wo die Sultanin auf einem Throne saß. Der Thron stand auf vier Stufen und war von lauterem Golde und mit großen Amethysten ausgelegt. Die vier vornehmsten Emire hielten einen Baldachin von roter Seide über dem Haupte der Sultanin, und der Scheik von Medina fächelte ihr mit einer Windfuchtel von weißen Pfauenfedern Kühlung zu.
So erwartete die Sultanin ihren Gemahl und ihren Sohn, auch sie hatte ihn seit seiner Geburt nicht mehr gesehen, aber bedeutsame Träume hatten ihr den Ersehnten gezeigt, daß sie ihn aus Tausenden erkennen wollte. Jetzt hörte man das Geräusch des nahenden Zuges, Trompeten und Trommeln mischten sich in das Zujauchzen der Menge, der Hufschlag der Rosse tönte im Hof des Palastes, näher und näher rauschten die Tritte der Kommenden, die Türen des Saales flogen auf, und durch die Reihen der niederfallenden Diener eilte der Sultan an der Hand seines Sohnes vor den Thron der Mutter.
»Hier«, sprach er, »bringe ich dir den, nach welchem du dich so lange gesehnt.«
Die Sultanin aber fiel ihm in die Rede:»Das ist mein Sohn nicht!«, rief sie aus, »das sind nicht die Züge, die mir der Prophet im Traume gezeigt hat!«

Al llegar la comitiva, era ya de noche, por lo que en el salón había encendidas muchas lámparas redondas de color, que iluminaban la noche como si fuese el día. Pero con el máximo color y brillo resplandecían el fondo del salón, donde la sultana estaba sentada en un trono. El trono se elevaba sobre cuatro gradas y era de oro puro y decorado con grandes amatistas.
Los cuatro emires más nobles sostenían un baldaquín de seda roja sobre la cabeza de la sultana y el jeque de Medina la abanicaba con un abanico de blancas plumas de pavo.

Así la sultana esperaba la llegada de su esposo y su hijo, al que no había visto desde su nacimiento, pero que en sueños importantes se le había demostrado el deseado tantas veces que le reconocería entre mil.
Ahora se oía el rumor de la comitiva que estaba acercándose, las trompetas y los tambores se mezclaban a los vítores de la multitud, el piafar de los caballos resonaba en el patio del palacio, y cada vez más cercano se oía los pasos de los que venían, las puertas de la sala se abrieron y, entre las filas de los cortesanos arrodillados, el sultán, de la mano de su hijo, se apresuraba hacia el trono de la madre.

-Aquí te traigo al que tanto tiempo has añorado- dijo.

Pero la sultana le cortó la palabra
-¡éste no es mi hijo!- exclamó, ¡éstos no son los rasgos que el profeta me ha mostrado en sueños!

Vokabular
erhellen = iluminar
die Stufe = la grada
der Baldachin = el baldaquín
die Pfauenfeder = la pluma de pavo
Kühlung zufächeln = abanicar
das Geräusch = el rumor
der Hufschlag = el piafar





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