Er kannte
den Wald in seinem herrlichen Frühjahrsgrün
nur dadurch, daß ihm des Nachbars
Sohn den ersten Buchenzweig brachte, den
hielt er über seinem Haupte und träumte
dann unter Buchen zu sein, wo die Sonne
scheint und die Vögel singen. An einem
Frühlingstage brachte ihm des Nachbars
Knabe auch Feldblumen, und unter diesen
war zufällig eine Wurzel, deshalb wurde
sie in einen Blumentopf gepflanzt und am
Bette neben das Fenster gestellt. Die Blume
war mit einer glücklichen Hand gepflanzt,
sie wuchs, trieb neue Zweige und trug jedes
Jahr ihre Blumen; sie wurde des kranken
Knaben herrlichster Blumengarten, sein kleiner
Schatz hier auf Erden; er begoß und
pflegte sie und sorgte dafür, daß
sie jeden Sonnenstrahl, bis zum letzten,
der durch das niedrige Fenster hinunterglitt,
erhielt; die Blume selbst verwuchs mit seinen
Tränen, denn für ihn blühte
sie, verbreitete sie ihren Duft und erfreute
das Auge; gegen sie wendete er sich im Tode,
da der Herr ihn rief.
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Sabía del bosque y de sus bellísimos verdores primaverales, sólo porque el hijo del vecino le traía la primera rama de haya. Se la ponía sobre la cabeza y soñaba que se encontraba debajo del árbol, en cuya copa brillaba el sol y cantaban los pájaros.
Un día de primavera, su vecinito le trajo también flores del campo, y, entre ellas venía casualmente una con la raíz; por eso la plantaron en una maceta, que colocaron junto a la cama, al lado de la ventana. Había plantado aquella flor una mano afortunada, pues, creció, sacó nuevas ramas y floreció cada año; para el muchacho enfermo fue el jardín más espléndido, su pequeño tesoro aquí en la Tierra. La regaba y cuidaba, preocupándose de que recibiese hasta el último de los rayos de sol que penetraban por la ventanuca; la propia flor formaba parte de sus sueños, pues para él florecía, para él esparcía su aroma y alegraba la vista; a ella se volvió en el momento de la muerte, cuando el Señor lo llamó a su seno. |