Da stand
ein schlanker, herrlicher Rosenstock, aber
eine böse Hand hatte den Stamm abgebrochen,
so daß alle Zweige, voll von großen,
halb aufgebrochenen Knospen, vertrocknet
rundherum hingen. "Der arme Rosenstock!",
sagte das Kind. "Nimm ihn, damit er
oben bei Gott zum Blühen kommen kann!"
Und der Engel nahm ihn, küßte
das Kind dafür, und das Kleine öffnete
seine Augen zur Hälfte. Sie pflückte
von den reichen Prachtblumen, nahm aber
auch die verachtete Butterblume und das
wilde Stiefmütterchen. "Nun haben
wir Blumen!", sagte das Kind, und der
Engel nickte, aber er flog noch nicht zu
Gott empor. Es war Nacht und ganz still;
sie blieben in der großen Stadt und
schwebten in einer der schmalen Gassen umher,
wo Haufen Stroh und Asche lagen; es war
Umzug gewesen. Da lagen Scherben von Tellern,
Gipsstücke, Lumpen und alte Hutköpfe,
was alles nicht gut aussah. Der Engel zeigte
in allen diesen Wirrwarr hinunter auf einige
Scherben eines Blumentopfes und auf einen
Klumpen Erde, der da herausgefallen war.
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Crecía
allí un magnífico y esbelto
rosal, pero una mano perversa había
tronchado el tronco, por lo que todas las
ramas, cuajadas de grandes capullos semiabiertos,
colgaban secas en todas direcciones. -¡Pobre
rosal! -exclamó el niño-.
Llévatelo; junto a Dios florecerá.
Y el ángel lo cogió, dando
un beso al niño por sus palabras;
y el pequeñuelo entreabrió
los ojos. Recogió luego muchas flores
magníficas, pero también humildes
ranúnculos y pensamientos silvestres.
-Ya tenemos un buen ramillete -dijo el niño;
y el ángel asintió con la
cabeza, pero no emprendió enseguida
el vuelo hacia Dios. Era de noche, y reinaba
un silencio absoluto; ambos se quedaron
en la gran ciudad, flotando en el aire por
uno de sus angostos callejones, donde yacían
montones de paja y cenizas; había
habido mudanza: se veían cascos de
loza, pedazos de yeso, trapos y viejos sombreros,
todo ello de aspecto muy poco atractivo.
Entre todos aquellos desperdicios, el ángel
señaló los trozos de un tiesto
roto. |