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Am nächsten
Tage wurde der Ball von dem Knaben vorgenommen.
Der Kreisel sah, wie er hoch in die Luft
flog gleich einem Vogel, zuletzt konnte
man ihn gar nicht mehr erblicken; jedesmal
kam er wieder zurück, machte aber immer
einen hohen Sprung, wenn er die Erde berührte,
und das geschah immer aus Sehnsucht, oder
weil er einen Kork im Leibe hatte. Das neunte
Mal aber blieb der Ball fort und kam nicht
wieder, der Knabe suchte und suchte, aber
weg war er. »Ich weiß wohl,
wo er ist«, seufzte der Kreisel; »er
ist im Schwalbenneste und hat sich mit der
Schwalbe verheiratet!« Je mehr der
Kreisel daran dachte, um so mehr wurde er
für den Ball eingenommen. Gerade weil
er ihn nicht bekommen konnte, darum nahm
die Liebe zu, daß er einen andern
genommen hatte, das war das Eigentümliche
dabei. Und der Kreisel tanzte herum und
schnurrte, dachte aber immer an den Ball,
der in seinen Gedanken immer schöner
und schöner wurde. So verstrich manches
Jahr – und da war es eine alte Liebe.
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Al día
siguiente, el niño jugó con
la pelota. El trompo la vio saltar por los
aires, igual que un pájaro, tan alta,
que la perdía de vista. Cada vez volvía,
pero al tocar el suelo pegaba un nuevo salto
sea por afán de volver al nido de la
golondrina, sea porque tenía el cuerpo
de corcho. A la novena vez desapareció
y ya no volvió; por mucho que el niño
estuvo buscándola, no pudo dar con
ella. -¡Yo sé dónde está!
-suspiró el trompo-. ¡Está
en el nido de la golondrina y se ha casado
con ella!
Cuanto más pensaba el trompo en ello
tanto más enamorado se sentía
de la pelota. Su amor crecía precisamente
por no haber logrado conquistarla. Lo peor
era que ella hubiese aceptado a otro. Y el
trompo no cesaba de pensar en la pelota mientras
bailaba y zumbaba; en su imaginación
la veía cada vez más hermosa.
Así pasaron algunos años y aquello
se convirtió en un viejo amor. |