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»So
glauben Sie das?«, sagte der Ball.
»Sie wissen wohl nicht, daß
mein Vater und meine Mutter Saffianpantoffeln
gewesen sind und daß ich einen Kork
im Leibe habe?« »Ja, aber ich
bin von Mahagoniholz«, sagte der Kreisel,
»und der Stadtrichter hat mich selbst
gedrechselt, er hat seine eigene Drechselbank,
und es hat ihm viel Vergnügen gemacht.«
»Kann ich mich darauf verlassen?«
fragte der Ball. »Möge ich niemals
die Peitsche bekommen, wenn ich lüge!«
erwiderte der Kreisel. »Sie wissen
gut für sich zu sprechen«, sagte
der Ball; »aber ich kann doch nicht,
ich bin mit einer Schwalbe so gut wie versprochen!
Jedesmal, wenn ich in die Luft fliege, steckt
sie den Kopf zum Nest heraus und fragt:
Wollen Sie?« und nun habe ich innerlich
'ja' gesagt, und das ist so gut wie eine
halbe Verlobung. Aber ich verspreche Ihnen,
Sie nie zu vergessen!« »Ja,
das wird viel helfen!« sagte der Kreisel,
und so lenguas sie nicht mehr miteinander.
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-¿Usted
cree? -dijo la pelota con ironía-.
Seguramente ignora que mi padre y mi madre
fueron zapatillas de tafilete, y que mi
cuerpo es de corcho español. -Sí,
pero yo soy de madera de caoba -respondió
la peonza- y el propio alcalde fue quien
me torneó. Tiene un torno y se divirtió
mucho haciéndome. -¿Puedo
fiarme de lo que dice? -preguntó
la pelota. -¡Qué jamás
reciba un latigazo si miento! -respondió
el trompo. -Desde luego, sabe usted hacerse
valer -dijo la pelota-; pero no es posible;
estoy, como quien dice, prometida con una
golondrina. Cada vez que salto en el aire,
asoma la cabeza por el nido y pregunta:
«¿Quiere? ¿Quiere?».
Yo, interiormente, le he dado ya el sí,
y esto vale tanto como un compromiso. Sin
embargo, aprecio sus sentimientos y le prometo
que no lo olvidaré. -¡Vaya
consuelo! -exclamó el trompo, y dejaron
de hablarse. |