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  Seite 089: Das kalte Herz (El corazón frío)



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Von jetzt an wurde Peter Munk ein fleißiger und wackerer Mann. Er war zufrieden mit dem, was er hatte, trieb sein Handwerk unverdrossen, und so kam es, daß er durch eigene Kraft wohlhabend wurde und angesehen und beliebt im ganzen Wald. Er zankte nie mehr mit Frau Lisbeth, ehrte seine Mutter und gab den Armen, die an seine Türe pochten. Als nach Jahr und Tag Frau Lisbeth von einem schönen Knaben genas, ging Peter nach dem Tannenbühl und sagte sein Sprüchlein. Aber das Glasmännlein zeigte sich nicht.
»Herr Schatzhauser!«, rief er laut, »hört mich doch; ich will ja nichts anderes, als Euch zu Gevatter bitten bei meinem Söhnlein!« Aber es gab keine Antwort; nur ein kurzer Windstoß sauste durch die Tannen und warf einige Tannenzapfen herab ins Gras.
»So will ich dies zum Andenken mitnehmen, weil Ihr Euch doch nicht sehen lassen wollet«, rief Peter, steckte die Zapfen in die Tasche und ging nach Hause; aber als er zu Hause das Sonntagswams auszog und seine Mutter die Taschen umwandte und das Wams in den Kasten legen wollte, da fielen vier stattliche Geldrollen heraus, und als man sie öffnete, waren es lauter gute, neue badische Taler, und kein einziger falscher darunter. Und das war das Patengeschenk des Männleins im Tannenwald für den kleinen Peter.

Desde entonces, Pedro Munk fue un hombre trabajador y honrado. Estaba satisfecho con lo que tenía; se dedicó a trabajar sin cesar y así llegó a ser rico por su propio esfuerzo, y a la vez respetado y querido en toda la Selva.
Ya no reñía con su mujer, respetaba a su madre y daba limosna a los pobres que llamaban a su puerta.
Cuando, pasado un tiempo, Isabel dio luz a un hermoso niño, Pedro marchó a la colina de los abetos y pronunció sus versos. Pero el Hombrecillo de Cristal no apareció.
-¡Señor Tesorero!- exclamó en voz alta, -escuchadme; sólo quiero pediros que seáis el padrino de mi hijo.-
No hubo respuesta. Sólo una pequeña ráfaga de viento sopló por entre los abetos e hizo caer en la hierba algunas piñas.
-Me llevaré esto de recuerdo, ya que no habéis querido dejaros ver- exclamó Pedro, metiéndose las piñas en el bolsillo, y se fue a casa; pero ya allí, cuando se quitó el traje de fiesta y su madre vació los bolsillos y se disponía a meter el jubón en el armario, cayeron cuatro espléndidos cartuchos de dinero, y al abrirlos resultó que eran táleros badenses, auténticos, sin uno solo falso entre ellos.
Y aquél fue el regalo de padrino del hombrecillo del bosque de los abetos para el pequeño Pedro.

Vokabular
zanken = reñir
der Gevatter, der Pate = el padrino





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