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  Seite 005: Das kalte Herz (El corazón frío)



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Auch die Flözer auf der andern Seite waren ein Gegenstand seines Neides. Wenn diese Waldriesen herüberkamen, mit stattlichen Kleidern, und an Knöpfen, Schnallen und Ketten einen halben Zentner Silber auf dem Leib trugen, wenn sie mit ausgespreizten Beinen und vornehmen Gesichtern dem Tanz zuschauten , holländisch fluchten und wie die vornehmsten Mynheers aus ellenlangen kölnischen Pfeifen rauchten, da stellte er sich als das vollendetste Bild eines glücklichen Menschen solch einen Flözer vor. Und wenn diese Glücklichen dann erst in die Taschen fuhren, ganze Hände voll großer Taler herauslangten und um Sechsbätzner würfelten, fünf Gulden hin , zehn her, so wollten ihm die Sinne vergehen, und er schlich trübselig nach seiner Hütte; denn an manchem Feiertagabend hatte er einen oder den andern dieser »Holzherren« mehr verspielen sehen, als der arme Vater Munk in einem Jahr verdiente. Es waren vorzüglich drei dieser Männer, von welchen er nicht wußte, welchen er am meisten bewundern sollte. Der eine war ein dicker, großer Mann mit rotem Gesicht und galt für den reichsten Mann in der Runde. Man hieß ihn den dicken Ezechiel.

También los almadieros que vivían al otro lado, eran objeto de su envidia. Cuando estos gigantes del bosque venían aquí con sus vistosos trajes, llevando en botones, hebillas y cadenas medio quintal de plata sobre su cuerpo; cuando observaban, despatarrados y con cara distinguida, el baile, maldecían en holandés y fumaban en interminables pipas de Colonia, como los Mynheers más elegantes, él se imaginaba como la imagen más acabada del hombre feliz a un almadiero.

Y cuando estos seres felices metían las manos en los bolsillos, sacándolas llenas de táleros, y jugaban a los dados por monedas de seis, cinco florines de un lado, diez para otro, él se ponía fuera de quicio y, desconsolado, marchaba lentamente hacia su choza, pues alguna que otra noche de fiesta había podido ver cómo cualquiera de los "señores madereros" perdía en el juego más de lo que el pobre padre Munk hubiera podido ganar en un año. Entre estos hombres había tres y no sabía cual de ellos debería admirar más.
Uno era un hombretón gordo, de cara roja, que pasaba por ser el más rico de la timba. Le llamaban Ezequiel el Gordo.

Vokabular
die Schnalle = la hebilla
ein halber Zentner = medio quintal
mit gespreizten Beinen = despatarrado
fluchen = maldecir
der Taler = el tálero
würfeln = jugar a los dados
der Gulden = el florín
der Feiertagabend = la noche de fiesta
verspielen = perder en el juego
bewundern = admirar
die Runde = la timba





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