Es war 
                                      einmal ein armer Bauer namens Krebs, der 
                                      fuhr mit zwei Ochsen ein Fuder Holz in die 
                                      Stadt und verkaufte es für zwei Taler 
                                      an einen Doktor.  
                                      Wie ihm nun das Geld ausbezahlt wurde, saß 
                                      der Doktor gerade zu Tisch. Da sah der Bauer, 
                                      wie er schön aß und trank, und 
                                      das Herz ging ihm danach auf, und er wäre 
                                      auch gern ein Doktor gewesen. 
                                      Also blieb er noch ein Weilchen stehen und 
                                      fragte endlich, ob er nicht auch könnte 
                                      ein Doktor werden. 
                                      »O ja«, sagte der Doktor, »das 
                                      ist bald geschehen.« 
                                      »Was muß ich tun?« fragte 
                                      der Bauer. 
                                      »Erstlich kauf dir ein ABC-Buch, so 
                                      eins, wo vorn ein Göckelhahn drin ist; 
                                      zweitens mache deinen Wagen und deine zwei 
                                      Ochsen zu Geld und schaff dir damit Kleider 
                                      an und was sonst zur Doktorei gehört; 
                                      drittens laß dir ein Schild malen 
                                      mit den Worten: Ich bin der Doktor Allwissend, 
                                      und laß das oben über deine Haustür 
                                      nageln.«  
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Érase 
                                      una vez un pobre campesino, llamado Cangrejo 
                                      que se fue a la ciudad guiando un carro 
                                      tirado por dos bueyes a venderle a un doctor 
                                      una carretada de leña por dos ducados. 
                                      Mientras se le pagaba su dinero, el doctor 
                                      se encontraba precisamente comiendo; cuando 
                                      vio el campesino lo bien que comía 
                                      y bebía le entró envidia y 
                                      pensó que también él 
                                      quisiera ser doctor.  
                                      Así que se quedó unos momentos 
                                      y, al fin, le preguntó si no podría 
                                      hacerse él doctor. 
 
                                      -¡Ya lo creo! -respondió el 
                                      doctor-; eso se logra fácilmente. 
                                      -¿Qué debo hacer? -preguntó 
                                      el campesino. 
                                      -En primer lugar te compras un abecedario, 
                                      de esos que tienen un gallito pintado en 
                                      las primeras páginas; en segundo 
                                      lugar vendes tu carreta y los bueyes y, 
                                      con lo que saques, te compras trajes y todo 
                                      lo que es propio del menester doctoral; 
                                      y, en tercer lugar, mandas hacer un rótulo 
                                      donde se lea "Soy el doctor Sabelotodo" 
                                      y lo clavas bien alto sobre la puerta de 
                                      tu casa.  
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