Nun waren
fünf Jahre vergangen, und das ganze
Land bekam eine wirkliche, große Trauer.
Die Chinesen hielten im Grunde allesamt
große Stücke auf ihren Kaiser,
und jetzt war er krank und konnte nicht
länger leben. Schon war ein neuer Kaiser
gewählt, und das Volk stand draußen
auf der Straße und fragte den Haushofmeister,
wie es seinem alten Kaiser gehe. »P!«,
sagte er und schüttelte mit dem Kopfe.
Kalt und bleich lag der Kaiser in seinem
großen, prächtigen Bett. Der
ganze Hof glaubte ihn tot, und ein jeder
lief, den neuen Kaiser zu begrüßen,
die Kammerdiener liefen hinaus, um darüber
zu sprechen, und die Kammermädchen
hatten große Kaffeegesellschaft. Ringsumher
in allen Sälen und Gängen war
Tuch gelegt, damit man niemand gehen höre,
und deshalb war es sehr still. Aber der
Kaiser war noch nicht tot; steif und bleich
lag er in dem prächtigen Bette mit
den langen Samtvorhängen und den schweren
Goldquasten, hoch oben stand ein Fenster
auf, und der Mond schien herein auf den
Kaiser und den Kunstvogel.
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Pasaron
cinco años, cuando he aquí
que una gran desgracia cayó sobre
el país. Los chinos aprecían
mucho a su emperador, el cual estaba ahora
enfermo de muerte. Ya había sido
elegido su sucesor, y el pueblo, en la calle,
no cesaba de preguntar al mayordomo por
el estado del anciano emperador.
-¡P! -decía éste, sacudiendo
la cabeza. Frío y pálido yacía
el emperador en su grande y suntuoso lecho.
Toda la Corte lo creía ya muerto
y cada cual se apresuraba a ofrecer sus
respetos al nuevo emperador. Los camareros
salían precipitadamente para hablar
del suceso, y las camareras se reunieron
en la tertulia de señoras. En todos
los salones y corredores habían tendido
paños para que no se oyera el paso
de nadie, y así reinaba un gran silencio.
Pero el emperador no había expirado
aún; permanecía rígido
y pálido en la lujosa cama, con sus
largas cortinas de terciopelo y macizas
borlas de oro. Por una ventana que se abría
en lo alto de la pared, la luna enviaba
sus rayos que iluminaban al emperador y
al pájaro mecánico.
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