»Du
Tochter des Sumpfes«, sagte der christliche
Priester, »aus dem Sumpfe, aus der
Erde bist du gekommen – aus der Erde
sollst du einst auferstehen! Der Sonnenstrahl
in dir gebt, seines Körpers bewußt,
zu seiner Quelle zurück, der Strahl,
nicht von der Sonne, sondern der Strahl
von Gott. Keine Seele soll verloren gehen.
Doch lang ist das Zeitliche, die Flucht
des Lebens in das Ewige. –
Ich komme aus dem Lande des Todes; auch
du mußt einmal durch die tiefen Täler
in das leuchtende Bergland, wo Gnade und
Vollendung wohnen. Ich führe dich nicht
zur christlichen Taufe, erst mußt
du den Wasserschild über dem tiefen
Grunde des Moors sprengen, die lebendige
Wurzel deines Lebens und deiner Wiege heraufziehen,
erst die dir zugedachten Taten verrichten,
ehe die Weihe kommen darf.«
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-¡Hija
del cenagal! -exclamó el sacerdote
cristiano-. Saliste del cieno, de la tierra;
de la tierra volverás a nacer.
El rayo de sol encerrado en tu cuerpo te
devolverá a su manantial primero.
No el rayo procedente del cuerpo del sol,
sino el rayo de Dios. Ningún alma
se perderá, pero el camino a través
del tiempo es largo, es el vuelo de la vida
hacia la eternidad.
Yo vengo de la mansión de los muertos;
también tú habrás de
cruzar los sombríos valles para alcanzar
la luminosa región de las montañas,
donde moran la gracia y la perfección.
No te conduciré al bautismo cristiano;
antes debes romper el escudo de agua que
cubre el fondo profundo del pantano, debes
sacar a la superficie la viva raíz
de tu vida y de tu cuna. Has de cumplir
esta empresa antes de que descienda sobre
ti la bendición. |