Das Kind
öffnete seine Augen ganz und sah in
des Engels herrliches, frohes Antlitz hinein,
und im selben Augenblick befanden sie sich
in Gottes Himmel, wo Freude und Glückseligkeit
waren.
Gott drückte das tote Kind an sein
Herz, und da bekam es Schwingen wie der
andere Engel und flog Hand in Hand mit ihm.
Gott drückte alle Blumen an sein Herz,
aber die arme verdorrte Feldblume küßte
er, und sie erhielt Stimme und sang mit
allen Engeln, welche Gott umschwebten, einige
ganz nahe, andere um diese herum in großen
Kreisen und immer weiter fort in das Unendliche,
aber alle gleich glücklich.
Und alle sangen sie, klein und groß,
samt dem guten, gesegneten Kinde und der
armen Feldblume, die verdorrt dagelegen
hatte, hingeworfen in den Kehricht des Umziehtages,
in der schmalen, dunklen Gasse.
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El pequeño
abrió de par en par los ojos y clavó
la mirada en el rostro esplendoroso del ángel;
y en el mismo momento se encontraron en el
Cielo de Nuestro Señor, donde reina
la alegría y la bienaventuranza. Dios
apretó al niño muerto contra
su corazón, y al instante le salieron
a éste alas como a los demás
ángeles, y con ellos se echó
a volar, cogido de las manos. Dios apretó
también contra su pecho todas las flores,
pero a la marchita silvestre la besó,
infundiéndole voz, y ella rompió
a cantar con el coro de angelitos que rodean
al Altísimo, algunos muy de cerca otros
formando círculos en torno a los primeros,
círculos que se extienden hasta el
infinito, pero todos rebosantes de felicidad.
Y todos cantaban, pequeños y grandes,
junto con el buen chiquillo bienaventurado
y la pobre flor silvestre que había
estado abandonada, entre la basura de la calleja
estrecha y oscura, el día de la mudanza.
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