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  Seite 041: Das kalte Herz (El corazón frío)



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Als Peter sah, wie angesehen er war, wußte er sich vor Freude und Stolz nicht zu fassen. Er warf das Geld mit vollen Händen weg und teilte es den Armen reichlich mit, wußte er doch, wie ihn selbst einst die Armut gedrückt hatte.
Des Tanzbodenkönigs Künste wurden vor den übernatürlichen Künsten des neuen Tänzers zuschanden, und Peter führte jetzt den Namen Tanz-Kaiser. Die unternehmendsten Spieler am Sonntag wagten nicht so viel wie er, aber sie verloren auch nicht so viel. Und je mehr er verlor, desto mehr gewann er. Das verhielt sich aber ganz so, wie er es vom kleinen Glasmännlein verlangt hatte. Er hatte sich gewünscht, immer so viel Geld in der Tasche zu haben, wie der dicke Ezechiel. Und gerade dieser war es, an welchen er sein Geld verspielte. Und wenn er zwanzig, dreißig Gulden auf einmal verlor, so hatte er sie alsbald wieder in der Tasche, wenn sie Ezechiel einstrich.
Nach und nach brachte er es aber im Schlemmen und Spielen weiter als die schlechtesten Gesellen im Schwarzwald, und man nannte ihn öfter Spielpeter als Tanzkaiser; denn er spielte jetzt auch beinahe an allen Werktagen. Darüber kam aber seine Glashütte nach und nach in Verfall, und daran war Peters Unverstand schuld. Glas ließ er machen, so viel man immer machen konnte; aber er hatte mit der Hütte nicht zugleich das Geheimnis gekauft, wohin man es am besten verschleißen könne.
Er wußte am Ende mit der Menge Glas nichts anzufangen und verkaufte es um den halben Preis an herumziehende Händler, nur um seine Arbeiter bezahlen zu können.

Cuando Pedro vio cómo le consideraban, no cabía en sí de gozo y orgullo. Despilfarró el dinero a manos llenas y lo repartió entre los pobres en abundancia, sabiendo cómo le había agobiado a él antes la pobreza.

Las habilidades del Rey del Baile quedaron oscurecidas por las milagrosas capacidades del nuevo bailarín y desde entonces Pedro llevó el sobrenombre de Emperador del Baile. Los jugadores más arriesgados del domingo no apostaban tanto como él, pero tampoco perdían tanto. Y, cuanto más perdía, más ganaba. Pero todo sucedía como se lo había pedido al Hombrecillo de Cristal.
Había deseado tener en el bolsillo tanto dinero como Ezequiel el Gordo, y era precisamente con él con quien perdía su dinero.
Y si perdía de una vez veinte, treinta florines, los volvía a tener en el bolsillo tan pronto como Ezequiel se los embolsaba.
Poco a poco fue sobrepasando en la vida licenciosa y en el juego a los tipos más disipados de la Selva Negra, y le llamaban con más frecuencia Pedro el Jugador que el Emperador del Baile, pues ahora jugaba además casi todos los días laborales. De ahí que su vidriería decayera cada vez más por causa de la insensatez de Pedro. Mandaba que se hiciera todo el vidrio posible, pero con la vidriería no había comprado el secreto de dónde venderlo mejor.

Terminó por no saber qué hacer con toda aquella cantidad de cristal y lo vendió a mitad de precio a los buhoneros, sólo para poder pagar a sus trabajadores.


Vokabular
die Armut = la pobreza
übernatürlich = milagroso
der Unverstand = la insensatez





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