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  Seite 09: Allerleirauh ("Bestia peluda")



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Als der König zum drittenmal ein Fest anstellte, da ging es nicht anders als die vorigen Male.
Der Koch sprach zwar: »Du bist eine Hexe, Rauhtierchen, und tust immer was in die Suppe, davon sie so gut wird und dem König besser schmeckt als was ich koche.«
Doch weil sie so bat, so ließ er es auf die bestimmte Zeit hingehen.
Nun zog es ein Kleid an, das wie die Sterne glänzte, und trat damit in den Saal. Der König tanzte wieder mit der schönen Jungfrau und meinte, daß sie noch niemals so schön gewesen wäre. Und während er tanzte, steckte er ihr, ohne daß sie es merkte, einen goldenen Ring an den Finger und hatte befohlen, daß der Tanz recht lang währen sollte. Wie er zu Ende war, wollte er sie an den Händen festhalten, aber sie riß sich los und sprang so geschwind unter die Leute, daß sie vor seinen Augen verschwand. Sie lief, was sie konnte, in ihr Ställchen unter der Treppe, weil sie aber zu lange und über eine halbe Stunde geblieben war, so konnte sie das schöne Kleid nicht ausziehen, sondern warf nur den Mantel von Pelz darüber, und in der Eile machte sie sich auch nicht ganz rußig, sondern ein Finger blieb weiß. Allerleirauh lief nun in die Küche kochte dem König die Brotsuppe und legte, wie der Koch fort war, den goldenen Haspel hinein. Der König, als er den Haspel auf dem Grunde fand, ließ Allerleirauh rufen, da erblickte er den weißen Finger und sah den Ring, den er im Tanze ihr angesteckt hatte. Da ergriff er sie an der Hand und hielt sie fest, und als sie sich losmachen und fortspringen wollte, tat sich der Pelzmantel ein wenig auf, und das Sternenkleid schimmerte hervor. Der König faßte den Mantel und riß ihn ab. Da kamen die goldenen Haare hervor, und sie stand da in voller Pracht und konnte sich nicht länger verbergen. Und als sie Ruß und Asche aus ihrem Gesicht gewischt hatte, da war sie schöner, als man noch jemand auf Erden gesehen hat. Der König aber sprach: »Du bist meine liebe Braut, und wir scheiden nimmermehr voneinander!«
Darauf ward die Hochzeit gefeiert, und sie lebten vergnügt bis zu ihrem Tod.

En la tercera fiesta organizada por el rey, las cosas discurrieron como las dos veces anteriores. El cocinero le dijo
- eres una bruja, Bestia Peluda, y siempre le echas a la sopa algo para hacerla mejor y para que guste al rey más que lo que yo le preparo.
Sin embargo, ante su insistencia, le permitió subir por breve tiempo.
Esta vez se puso el tercer vestido, el que relucía como las estrellas, y con él se presentó en la sala. El rey volvió a bailar con la bellísima doncella, pensando que jamás había visto otra tan hermosa. Y, mientras bailaban, sin que ella lo advirtiese le pasó una sortija de oro por el dedo; además, había dado orden de que el baile se prolongase mucho rato.
Al terminar, trató de sujetarla por las manos, pero ella se escurrió, huyendo tan ligera entre los invitados, que en un instante desapareció de la vista de todos. Se precipitó a toda velocidad a la cuadra del pie de la escalera, porque su ausencia había durado mucho más de media hora, y no tuvo tiempo para cambiarse de vestido, por lo cual se echó encima su abrigo de piel. Además, con las prisas no se tiznó del todo, pues un dedo le quedó blanco. Luego corrió a la cocina, preparó la sopa del rey y, al salir el cocinero, echó en la sopera la devanadera de oro. El rey, al encontrar la devanadera en el fondo de la fuente, mandó llamar a Bestia Peluda y entonces se dio cuenta del blanquísimo dedo y de la sortija que le había puesto durante el baile.
La cogió firmemente de la mano, y, con los esfuerzos de la muchacha por soltarse, se le abrió un poco el abrigo, asomando por debajo el vestido, brillante como las estrellas.
El rey le quitó de un tirón el abrigo, y aparecieron los dorados cabellos, sin que la muchacha pudiese ya seguir ocultando su hermosura. Y, una vez se hubo lavado el hollín que le ennegrecía el rostro, apareció la criatura más bella que jamás hubiese existido sobre la tierra. El rey fijo
- ¡tú eres mi amadísima prometida, y nunca más nos separaremos!
Pronto se celebró la boda, y el matrimonio vivió contento y feliz hasta la hora de la muerte.

Vokabular
ein Fest anstellen, organisieren = organizar una fieste
die Hexe = la bruja
die Jungfrau = la doncella
die Eile = la prisa
der Ring = el anillo
sich losmachen = soltarse
die Pracht = la hermosura



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