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  Seite 01: Rapunzel (Rapunzel)



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Es war einmal ein Mann und eine Frau, die wünschten sich schon lange vergeblich ein Kind, endlich machte sich die Frau Hoffnung, der liebe Gott werde ihren Wunsch erfüllen. Die Leute hatten in ihrem Hinterhaus ein kleines Fenster, daraus konnte man in einen prächtigen Garten sehen, der voll der schönsten Blumen und Kräuter stand; er war aber von einer hohen Mauer umgeben, und niemand wagte hineinzugehen, weil er einer Zauberin gehörte, die große Macht hatte und von aller Welt gefürchtet ward. Eines Tags stand die Frau an diesem Fenster und sah in den Garten hinab. Da erblickte sie ein Beet, das mit den schönsten Rapunzeln bepflanzt war, und sie sahen so frisch und grün aus, dass sie lüstern ward und das größte Verlangen empfand, von den Rapunzeln zu essen. Das Verlangen nahm jeden Tag zu, und da sie wusste, dass sie keine davon bekommen konnte, so fiel sie ganz ab, sah blass und elend aus. Da erschrak der Mann und fragte: »Was fehlt dir, liebe Frau?« »Ach«, antwortete sie, »wenn ich keine Rapunzeln aus dem Garten hinter unserm Hause zu essen kriege so sterbe ich.« Der Mann, der sie lieb hatte, dachte: Eh du deine Frau sterben läsest holst du ihr von den Rapunzeln, es mag kosten, was es will.
In der Abenddämmerung stieg er also über die Mauer in den Garten der Zauberin, stach in aller Eile eine Handvoll Rapunzeln und brachte sie seiner Frau. Sie machte sich sogleich Salat daraus und aß sie in voller Begierde auf. Sie hatten ihr aber so gut geschmeckt, dass sie den andern Tag noch dreimal soviel Lust bekam. Sollte sie Ruhe haben, so musste der Mann noch einmal in den Garten steigen.
Érase una vez un hombre y una mujer que desde hace mucho tiempo, pero en vano, se deseaban tener un hijo, hasta que, por fin, la mujer concibió la esperanza de que Dios se dispusiera a satisfacer su anhelo. La casa en que vivían tenía en la pared trasera una ventanita que daba a un magnífico jardín, en el que crecían espléndidas flores y plantas; pero estaba rodeado de un alto muro y nadie se atrevía de entrar en él, ya que pertenecía a una hechicera muy poderosa y temida de todo el mundo.
Un día la mujer se asomó a aquella ventana a contemplar el jardín, y vio un bancal plantado de hermosísimas verdezuelas, tan frescas y verdes, que despertaron en ella un violento antojo de comerlas.
El antojo aumentaba cada día, y como la mujer lo creía irrealizable, iba perdiendo peso y estaba pálida y desmirriada.
Viéndola tan desmejorada, le preguntó asustado su marido
- ¿Qué te ocurre, mujer?
- ¡Ay! - respondió ella, -me moriré si no puedo comer las verdezuelas del jardín que hay detrás de nuestra casa.
El hombre, que quería mucho a su esposa, pensó -antes que dejarla morir conseguiré las verdezuelas, cueste lo que cueste.
Y, al anochecer, saltó el muro del jardín de la hechicera, arrancó precipitadamente un puñado de verdezuelas y las llevó a su mujer.
Ésta se preparó enseguida una ensalada y se la comió muy a gusto. Pero le gustaron tanto, que, al día siguiente, su afán era tres veces más intenso. Si quería gozar de paz, el marido debía saltar nuevamente al jardín.

Vokabular
die Hoffnung = la esperanza
wagen = atreverse
die Zauberin = la hechicera
das Beet = el bancal
die Rapunzel = la verdezuela
das Verlangen = el antojo
es mag kosten, was es will = cueste lo que cueste
eine Handvoll = un puñado





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