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  Seite 46: Der Zwerg Nase (El enano Narizotas)



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Der kleine Koch suchte nun seine ganze Kunst hervor. Er schonte die Schätze seines Herrn nicht, noch weniger aber sich selbst. Denn man sah ihn den ganzen Tag in eine Wolke von Rauch und Feuer eingehüllt, und seine Stimme hallte beständig durch das Gewölbe der Küche; denn er befahl als Herrscher den Küchenjungen und niederen Köchen. Herr! Ich könnte es machen wie die Kameltreiber von Aleppo, wenn sie in ihren Geschichten, die sie den Reisenden erzählen, die Menschen herrlich speisen lassen. Sie führen eine ganze Stunde lang alle die Gerichte an, die aufgetragen worden sind, und erwecken dadurch große Sehnsucht und noch größeren Hunger in ihren Zuhörern, so daß diese unwillkürlich die Vorräte öffnen und eine Mahlzeit halten und den Kameltreibern reichlich mitteilen; doch ich nicht also.
Der fremde Fürst war schon vierzehn Tage beim Herzog und lebte herrlich und in Freuden. Sie speisten des Tages nicht weniger als fünfmal, und der Herzog war zufrieden mit der Kunst des Zwerges; denn er sah Zufriedenheit auf der Stirne seines Gastes. Am fünfzehnten Tage aber begab es sich, daß der Herzog den Zwerg zur Tafel rufen ließ, ihn seinem Gast, dem Fürsten, vorstellte und diesen fragte, wie er mit dem Zwerg zufrieden sei.

El pequeño cocinero sacó entonces a la luz todo su arte. No escatimó las riquezas de su señor, pero menos aún su propia persona. Pues se le veía el día entero envuelto en una nube de humo y fuego, y su voz resonaba sin cesar en la bóveda de la cocina, pues como un señor daba órdenes a los pinches y cocineros inferiores.
¡Señor! Podría hacerlo como los camelleros de Alepo, cuando en las historias que cuentan a los viajeros hacen que sus personajes coman en abundancia. Relatan a lo largo de una hora entera todods los manjares que se sirven y despiertan así en sus oyentes gran ansia y hambre aún más grande, de manera que éstos abren sus provisiones involuntariamente y preparan una comida y la reparten con los camelleros; pero yo no haré así.


El príncipe extranjero llevaba ya catorce días en la casa del duque y se daba una vida llena de placer y alegría. Cada día hacían no menos de cinco comidas y el duque estaba satisfecho con el arte del enano, pues veía la satisfacción reflejada en la frente de su huésped. Al decimoquinto día sucedió que el duque hizo llamar al enano a su mesa, lo presentó a su huésped, el príncipe, y preguntó a éste si estaba contento con el enano.

 


Vokabular
hallen = resonar
das Gewölbe = la bóveda
der Kameltreiber = el camellero
unwillkürlich = involuntariamente
reichlich = abundante
der Gast = el huésped





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