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  Seite 050: Das kalte Herz (El corazón frío)



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»Kommst du?«, sprach dieser lachend, »haben sie dir die Haut abziehen und deinen Gläubigern verkaufen wollen? Nu, sei ruhig! Dein ganzer Jammer kommt, wie gesagt, von dem kleinen Glasmännlein, von dem Separatisten und Frömmler her. Wenn man schenkt, muß man gleich recht schenken, und nicht wie dieser Knauser. Doch komm, folge mir in mein Haus; dort wollen wir sehen, ob wir handelseinig werden.«
»Handelseinig?«, dachte Peter. »Was kann er denn von mir verlangen, was kann ich an ihn verhandeln? Soll ich ihm etwa dienen, oder was will er?«
Sie gingen zuerst über einen steilen Waldsteig hinan und standen dann mit einemmal an einer dunklen, tiefen, abschüssigen Schlucht; Holländer-Michel sprang den Felsen hinab, wie wenn es eine sanfte Marmortreppe wäre; aber bald wäre Peter in Ohnmacht gesunken, denn als jener unten angekommen war, machte er sich so groß wie ein Kirchturm und reichte ihm einen Arm, so lang als ein Weberbaum, und eine Hand daran, so breit als der Tisch im Wirtshaus, und rief mit einer Stimme, die heraufschallte wie eine tiefe Totenglocke:»Setz dich nur auf meine Hand und halte dich an den Fingern, so wirst du nicht fallen!«
Peter tat zitternd, wie jener befohlen, nahm Platz auf der Hand und hielt sich am Daumen des Riesen.

-¿Vienes?- le dijo riendo éste, -¿han querido arrancarte la piel y vendérsela a tus acreedores?
Venga, tranquilízate; toda tu miseria viene del pequeño Hombrecillo de Crista, de ese separatista santurrón.

Cuando se regala, hay que regalar bien, y no como ese tacaño. Pero ven, sígueme a mi casa; allí vamos a ver si llegamos a un acuerdo.

-¿Llegar a un acuerdo?- pensó Pedro. -¿Qué puede querer de mí, qué puedo tratar con él? ¿Tengo que servirle o qué quiere?-

Al principio anduvieron cuesta arriba por un escarpado sendero y de repente se detuvieron ante un desfiladero oscuro, profundo y despeñadizo. Michel el Holandés bajó saltando por la roca como si fuese una suave escalinata de mármol; pero Pedro casi se desmayó, pues cuando aquél llegó abajo se hizo tan grande como la torre de una iglesia y, tendiéndole un brazo largo como un enjulio, con una mano tan ancha como la mesa de la taberna y le gritó en una voz que resonó como el doble de las campanas
-siéntate sin más en mi mano y agárrate a los dedos así que no te caigas.-

Temblando, Pedro hizo lo que le ordenaba, se sentó sobre la mano y se agarró al pulgar del gigante.

Vokabular
der Jammer = la miseria
handelseinig werden = llegar a un acuerdo
der Steig = el sendero
steil = escarpado
die Schlucht = el desfiladero
der Finger = el dedo
der Daumen = el pulgar





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